"Operación Soberanía":

Versión -sin tijera- de una acción por la paz, la dignidad y la soberanía nacional

en la base militar norteamericana de Manta, en Ecuador.

 

Testimonio de la APDH: Que relata cómo diez activistas de derechos humanos y ecologistas ecuatorianos lograron la mañana del sábado 29 de julio burlar los dispositivos de seguridad en la base aérea militar norteamericana de Manta, y cómo se dedicaron a la "jurásica" tarea de plantar decenas de banderas Tricolor en la arena de la ex-playa ecuatoriana y en plena mitad de la pista aérea estadounidense...

Antecedente:

Semanas antes, en un mensaje compartido a nivel nacional e internacional, donde se daba a conocer informaciones de la base de Manta y el Plan Colombia a nombre del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos del Plan Colombia en Ecuador, indicábamos que la APDH había decidido la preparación de una estrategia colectiva de desobediencia civil y resistencia pacífica para ir convirtiendo a Manta en el "Vieques ecuatoriano", y que organizaríamos un acto para plantar banderas ecuatorianas en "los alrededores" de la base aérea militar cedida por el gobierno del Ecuador a las FFAA norteamericanas, base cuestionada por estar vinculada en el marco del Plan Colombia y violar principios constitucionales y lo que antiguamente se conocía como "soberanía nacional".

Con ocasión del Encuentro internacional antimperialista convocado por movimientos y grupos de Manta y Ecuador, el 28 y 29 de julio, nos hicimos presentes delegados de todo el país y otros lares, en medio de un visible despliegue periodístico adverso, que semanas antes trató de sembrar el desconcierto y el temor en la población, bajo el argumento y rumor de que sería un "evento de guerrilleros colombianos" y que, incluso, habría violencia.

En pleno evento se nos había informado que para evitar problemas con la Fuerza Pública, la decisión previamente acordada de movilizarnos desde la sede del encuentro hasta la base aérea norteamericana, había sido reemplazada con otra marcha de clausura hacia la playa de Manta para allí plantar las banderas tricolor de la nación.

La travesura empieza a gestarse:

La APDH y la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Sociales de la Tercera Edad del Ecuador, CONAMOSOTEE, prepararon la confección de 500 banderas tricolor que las trasladamos a Manta, hermoso puerto del Ecuador, cuya población mayoritaria (como es natural, por experiencias internacionales parecidas) apoya la instalación de la base extranjera, debido a los recursos y ganancias que genera a su alrededor.

La delegación de la fraterna Acción Ecológica, por otro lado, había trasladado a Manta banderas grandes del Ecuador y una que se confeccionó en conjunto en Quito: "Llucshi gringos de Manta!" ("Llucshi": fuera, en quichua).

El viernes 28: La preparación.

Los delegados de la APDH llegamos a las 06H15 del día 28 de julio al hotel previamente separado para las delegaciones de DDHH y ecologistas de la capital, Quito, y a los 4 escasos minutos tuvimos las primeras sorpresas: por un lado, la "accidental" llegada de una patrulla policial. Decidimos el cambio de hotel, entre otras razones para evitar molestias a los guardianes del orden público, y en la siguiente pensión nos hallamos, en la misma sala de espera, con un agente de inteligencia militar conocido.

El diálogo -más o menos- fue el siguiente: "Qué hace aquí, hombre?" , "Pues vengo al evento, ya no hay muchas habitaciones, por qué no nos alojamos todos juntos?", "¿Así que viene al encuentro? No pues, quédese nomás, está muy incómodo este sitio, allá en el encuentro nos veremos"...

En pleno evento y en medio del despliegue militar y policial montado en la ciudad y los alrededores de la sede, debido a la ingrata presencia de tanto "forastero" (no los soldados norteamericanos, como su prejuiciada ideología puede sospechar, sino los criollos asistentes al encuentro) varias organizaciones de DDHH y ecologistas decidimos -en conjunto- organizar sin más la travesura acariciada simultáneamente por todos y todas semanas atrás. Para ello, las organizaciones que haríamos el operativo, nos citamos en uno de los comedores playeros donde tirios y troyanos, forasteros y marines, pueden disfrutar de la muy famosa comida manabita.

Mientras todas las delegaciones del evento seguían reunidas en la sede (Universidad Laica Eloy Alfaro), donde -por supuesto- estaba concentrada la mirada de guardias y agentes, las delegaciones de Acción Ecológica, Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU) y Servicio Paz y Justicia de Ecuador (SERPAJ-E), diseñamos esta acción conjunta, no encerrados en compartimentadas habitaciones de casas de seguridad, no bajo la romántica y conspirativa luz de las velas y tratando el tema en clave morse, sino a plena luz del día, degustando pescado y cebiche de pulpo.

Comprobado primero el inmenso despliegue policial y militar en la carretera que conduce a la Base aérea norteamericana, decidimos que el operativo fuera hecho por el lugar menos pensado, por ser el más obvio: por mar.

Se decidió organizar los equipos de trabajo y alquilar las rápidas y turísticas lanchas a motor, para cruzar la distancia entre playa pública y base aérea. Habrían equipos compuestos por activistas de las cuatro entidades y tres lanchas:

* Equipo 1, responsable de ejecutar la acción (8 "subversivos" que -se suponía- sabían nadar: Ricardo, Jimmy, Waldemar, entre otros y otras).

* Equipo 2, responsable de ayudar en la logística al primero (6 conspiradores, dos de los cuales no sabían nadar) y que también acompañaría en la aventura marítima y avisaría al equipo 3.

* Equipo 3, responsable de monitorear el operativo desde Manta e informar, una vez que recibiéramos la llamada telefónica, en la sede del evento y a la capital (3 conspiradores: Hna. Elsie Monge, de CEDHU, Alexis Ponce, de APDH, y una chiquilla de Acción Ecológica, cuyo nombre no recuerdo).

* Equipo 4, responsable de dar cobertura pública a la acción, instalado en las oficinas de Quito, por la CEDHU, APDH y Acción Ecológica.

* En cada equipo se tenían por lo menos 2 celulares y se preparó la invitación a los periodistas. Finalmente se decidió que la acción fuese hecha mientras el evento continuara al siguiente día, y no luego de su clausura, para distraer a la seguridad y no levantar sospechas.

Día 29: La acción.

Un compa de Acción Ecológica y otro de la APDH fueron los encargados, muy temprano en la mañanita del sábado 29, de alquilar las lanchas, argumentar que se trataría de un paseo turístico y sondear el ambiente en la playa.

Alcanzamos a invitar a cinco medios para que den cobertura a la travesura, de los cuales tres asistieron hasta que el equipo 1 alcanzó la playa: la agencia A.P., Diario Hoy de Quito (que no publicó la nota) y Diario El Universo, de Guayaquil (que la publicó a medias). En tierra quedaron varios periodistas, unos por atrasados y otros porque no supieron hasta bien entrada la mañana qué ocurría en el alta mar de Manta.

Las 3 lanchas contratadas estaban divididas así:

Lancha 1: llevando los activistas que actuarían en el operativo, a quienes en las fotografías de prensa se los ve gozosos, sin disimulo, agitando las 60 banderas Tricolor.

Lancha 2: que la ocupaba el equipo de ayuda y algunos de cuyos impacientes marineros decidieron saltar a la playa que rodea la base aérea.

Lancha 3: desde donde los periodistas tomaron fotografías por decenas, hasta que el equipo 1 se perdió en la playa...

Cuando los activistas llegaron muy cerca de la playa, habíamos hecho hasta tres llamadas a los celulares del Equipo 2 (los ayudistas). La ruta demoraba ya 20 minutos y los que quedamos en Manta no sabíamos qué ocurría. De pronto sonó el celular con el aviso: "¡Ya desembarcaron!". Ese momento ingresamos a la sede del evento, repartimos las centenares de banderitas Tricolor y anunciamos a todos los delegados del Encuentro Antimperialista el éxito de "la Operación Soberanía realizada por activistas las organizaciones de DDHH y ecologistas".

Todo fue muy rápido: aplausos, abrazos entre los conspiradores en tierra, llamadas urgentes a Quito, conversaciones con los delegados acerca de los detalles del operativo, etc.

Y de pronto... la sorpresita.

El día anterior se decidió que ni bien desembarcara el equipo 1, plantaran las banderas en la playa cercana a la base y regresaran -por las mismas- a los botes, puesto que a partir del mediodía sube la marea y se vuelve peligroso el retorno.

Activistas ecuatorianos en la base norteamericana:

Cuando escuchamos el segundo celularazo, casi nos caímos de espaldas: solo volvían las lanchas 2 y 3, trayendo a los periodistas y parte de los ayudistas, pues otros –emocionados- decidieron saltar a la playa y ayudar a plantar las banderas al equipo operativo, aunque algunos no nadaban ni en la ducha de sus casas. En la lancha 1 venía solamente el lanchero. Por si fuera poco, los activistas del operativo, que en un principio eran ocho, al momento de desembarcar aumentaron a 10 y se despidieron del asustado lanchero diciéndole que iban a entrar a la base aérea, que se fuera nomás porque... ¡regresarían caminando!

Uno de los locos irresponsables, Jimmy Coronado, de la APDH, luego de la descarga fenomenal que le echamos apenas nos reunimos, nos contaría los detalles horas después de cumplido el operativo en la base aérea y de la captura y detención que sufrieron los diez carajitos.. La prensa, como era obvio, jamás publicó la noticia completa, a pesar de que para entonces habíamos informado por fax, beepers (receptores), teléfonos y entrevistas en Manta y Quito.

He aquí el resumen:

Que se pegaron las cédulas de identidad en el antebrazo, para que la identificación fuese visible. Que en las lanchitas se quitaron los zapatos, tomaron el hato de banderas y que también decidieron saltar a la playa los otros emocionados. Que para ese momento la adrenalina había subido tanto, por el éxito del desembarco, que decidieron despedir al lanchero, adentrarse en la playa, subir el montículo de arena y agitar sus manos en señal de despedida a los desesperados ayudistas de la lancha 2 y a los absortos periodistas de la lancha 3 que les gritaban que regresen, que nos sean tan... (impublicable).

Que caminaron y caminaron, plantando las Tricolor en cada sitio, que llegaron hasta la garita de vigilancia, donde no había un solo soldado que vigilara, que ingresaron contentos y lirondos a la base y empezaron a caminar, tranquilos, poniendo las benditas banderas en los sitios más inimaginables y hasta los lienzos que decían "Fuera Gringos de Manta". Que vieron el P-3 Orión, el famoso avión de rastreo electrónico estadounidense instalado en la base, que se acercaron lo más que pudieron a plantar más banderas, y que cuando habían avanzado hasta la mitad de la pista aérea, un vehículo militar tipo automóvil los divisó...

Que el chofer les preguntó tres cosas: "Quiénes son, qué hacen aquí y por dónde entraron". Que le contestaron: "somos defensores de derechos humanos y ecologistas ecuatorianos, estamos aquí para rechazar la base norteamericana y plantar banderas de nuestro país y entramos por la garita de la playa". Que les dijo: "No se muevan, siéntense en los alrededores de la pista, ya volvemos"...

Que a los pocos minutos volvieron convoyes militares de los que saltaron decenas de soldados equipados con metralletas y pintarrajeados sus rostros. Que les cercaron haciendo un círculo en su torno y los subieron para trasladarlos hacia las instalaciones. Que al llegar, un oficial les volvió a preguntar lo mismo y ordenó a los soldados que fuesen a corroborar lo de las banderitas Tricolor plantadas en la base. Que luego les dijeron a los 10 mocosos que les tomarían un examen médico para tener constancia de que no han sido vejados y que el examen consistió únicamente en que les midieron la presión arterial y les llamaron uno por uno, a todos, a una oficina. Que allí lo que hicieron fue pedir sus nombres y tomarles 3 fotografías a cada uno: de cuerpo entero, de perfil y de frente, con la bandera "Fuera gringos" pegada en la pared, detrás de cada activista que modelaba.

Que la pregunta de rigor era "cómo entraron a la base" y de qué organizaciones eran. Que una hora después más o menos, les embarcaron en un bus, sin decirles nada, y que les dejaron en el cuartel de la Policía en Manta donde fueron trasladados al calabozo de los delincuentes comunes, donde por vez primera sintieron algo parecido al miedo. Que más lueguito oyeron los gritos de la marcha afuera del cuartel pidiendo su libertad y que minutos más tarde salieron libres para juntarse con nosotros en la calle.

Hasta aquí el relato de lo acontecido con nuestros odiseos criollos del siglo XXI.

Lo que nosotros pasamos e hicimos mientras tanto, es motivo de otro informe a publicarse algún día.

Posdata analítica que relata asuntos afines a este complicado tema, que la mesurada auto censura de la señorita Prensa Libre del Ecuador se impone no publicar, en aras de mantener la tranquilidad ciudadana en esta parte del mundo:

La primera lectura es evidente. Con todo y anécdota criolla relatada, se probó un hecho: la vulnerabilidad de la base aérea norteamericana, se entiende que una de las más seguras de Sudamérica. Los militares que preguntaron a los 10 mocosos por dónde entraron a la base, no salían de su asombro, al igual que los Oficiales a quienes preguntamos por el paradero de los muchachos, cuando nos enteramos de su "decisión" de ingresar a las instalaciones internas de la base militar.

Quienes fuimos a la base de Manta por tierra, a preguntar por el paradero de los muchachos: la Hna. Elsie Monge (CEDHU), Blanca Chancoso (CONAIE) y el suscrito, entre otros, fuimos testigos de la movilización militar y policial en las carreteras, y del despliegue inusitado de tropas y carros militares en los contornos de la base. Decenas de jóvenes de la Premilitar y reservistas que realizaban sus entrenamientos, salían de la base a todo trote. Algunos testimoniaron el por qué: "Los oficiales nos dijeron que se habían metido pandillas juveniles de las FARC a la base gringa y que estaban rastreándolos para detectarlos".

Uno de los periodistas que nos acompañaba, y que hizo un recorrido rápido en auto por las afueras de la base, nos relató luego que alcanzó a observar en algunos camiones militares a los soldados que recogían las banderitas tricolor plantadas en el suelo.

Vimos un jeep militar con personal norteamericano a bordo, en mi caso los veía por vez primera en mi vida, apurados, movilizándose desde dentro de la base hasta la puerta de ingreso, donde nosotros esperábamos a uno de los Oficiales en jefe de la Base.

Cuando al cabo de una hora ese Oficial salió a entrevistarse con nosotros en la puerta de entrada, el acceso estaba ya ocupado por militares pintarrajeados el rostro y con sus armas automáticas. "Cómo así están aquí?", "Por nuestro compañeros que entraron a la base", "Ya no están aquí, fueron puestos a órdenes de la Policía. Vayan al cuartel de Manta", "Bueno, Oficial, muchas gracias".

Finalmente, un hecho: si la prensa que supo del ingreso de los activistas a la base no publicó nunca la nota, citando únicamente que "los activistas fueron interceptados antes de que desembarcaran en la playa", por algo será... El establecimiento no puede coadyuvar a que queden en ridículo la Fuerza Armada norteamericana y el enorme despliegue militar ecuatoriano de la Base de Manta.

A pesar del inicial temor de que nuestros dementes jóvenes fuesen procesados por el hecho de invadir una zona de alta seguridad y, al fin y al cabo, territorio militar norteamericano, ellos fueron dejados en libertad. Se actuó con prudencia o se quería evitar un escándalo, tal vez, puesto que en el proceso se hubiera transparentado un hecho: que diez irresponsables activistas de DDHH y ecologistas, vulneraron las seguridades de la instalación militar extranjera más famosa en la actualidad en la región andina, y que caminaron hasta la mitad de la pista aérea donde salen, en vuelos diarios, los aviones norteamericanos que "controlan el narcotráfico". Uno de los componentes logísticos estratégicos fundamentales en el Plan Colombia y el control de esta región sudamericana, quedó en ridículo.

Y que conste que ninguno de los mocosos tenía entrenamiento, ni llevaba explosivos de plástico, ni bombas atómicas en las camisetas blancas que, únicamente, tenían un rótulo: "Fuera gringos de Manta!"...

Mensaje descifrable de amor a la vida en una botellita de aguamarina, para los hombres y mujeres que todavía aguardan caracoles y cálidas noticias de sueños realizables en estos olvidados lares:

La estrategia Vieques empieza a germinar: quienes plantaron las banderas Tricolor en la playa y subieron la pequeña loma de arena, y burlaron la garita de seguridad, y que con las otras banderitas del Ecuador ingresaron hasta la mitad de la pista aérea de la base de Manta, alertaron a los señores de la guerra que en este país –cuidadito- no ha muerto la dignidad.

Alexis Ponce

Vocero nacional de la APDH del Ecuador

Quito, agosto del 2000